El traumatismo craneoencefálico (TCE) se asocia con disfunción hormonal hipofisaria con una incidencia variable, dependiendo del momento y de los métodos utilizados para evaluar la función hipofisaria y de factores relacionados con el traumatismo, como su gravedad, su localización anatómica y los fármacos utilizados la fase aguda tras el mismo. La hipófisis puede dañarse de forma directa por el impacto o de forma secundaria a factores como la isquemia, la inflamación, la excitotoxicidad o alteraciones inmunológicas que frecuentemente acompañan al traumatismo. En fases agudas el déficit más relevante es el de ACTH, ya que no detectarlo y tratarlo puede comprometer la vida del paciente. Las manifestaciones clínicas del hipopituitarismo tras TCE son las típicas de los ejes hormonales deficitarios, aunque la combinación hipopituitarismo-traumatismo se ha asociado con un mayor deterioro a nivel cognitivo, peor perfil metabólico y mayor afectación de la calidad de vida. Uno de los retos clínicos es determinar qué pacientes se benefician de una evaluación hormonal sistemática tras sufrir un traumatismo, y por tanto de sustitución hormonal y cuál es el momento apropiado para hacerlo así como los métodos diagnósticos más adecuados para hacerlo.