Última actualización: 19/04/2022
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Effects of liraglutide and behavioral weight loss on food cravings, eating behaviors and eating disorder psychopathology


“Effects of liraglutide and behavioral weight loss on food cravings, eating behaviors and eating disorder psychopathology”, publicado por Ariana M. Chao y colaboradores. Obesity, 2019 Dec;27(12):2005-2010. doi: 10.1002/oby.22653.

Resumen

Liraglutida es un agonista de GLP-1 aprobado para el tratamiento del sobrepeso/ obesidad como adyuvante a una dieta hipocalórica y una actividad física regular. Además de enlentecer el vaciado gástrico, liraglutida también actúa a nivel del sistema nervioso central induciendo una sensación de saciedad precoz. En respuesta a comidas palatables densamente calóricas, los análogos de GLP-1 disminuyen la activación de áreas del cerebro asociadas con el apetito y la recompensa, como el córtex parietal, la ínsula, el putamen y el córtex orbitofrontal. Ello sugeriría que la liraglutida puede reducir los sistemas de “recompensa” con la comida, como la hiperfagia ansiosa o los “cravings”. También podría mejorar otros aspectos del comportamiento alimentario, como la sensación de hambre, la restricción dietética, la desinhibición, los atracones y las preocupaciones en relación a la ingesta, el peso y la figura. Sin embargo, los efectos de liraglutida sobre el comportamiento alimentario y la sensación de saciedad son poco conocidos.

El objetivo del estudio era comparar los efectos de la terapia conductual intensiva (TCI) con la combinación de TCI y liraglutida 3mg/día (TCI-liraglutida) y TCI-liraglutida más 12 semanas de dieta hipocalórica controlada de unas 1200kcal/día (multicomponente) sobre los patrones anómalos de alimentación. Para ello, 150 pacientes con obesidad (edad media de 47 años, IMC medio de 38,4kg/m2, 79,3% mujeres) fueron randomizados a uno de los tres brazos de tratamiento y seguidos durante 52 semanas, siendo evaluados también a las 24 semanas. Para la evaluación de la psicopatología relacionada con la alimentación, se administraron el “FoodcravingInventory” y el “EatingDisorderExaminationQuestionnaire”.

En cuanto a los resultados, basalmente el 8,3% de la muestra presentó rasgos anómalos significativos en la alimentación, el 10,3% hacía restricciones dietéticas, el 16,8% tenía preocupaciones por el peso, el 3,2% se preocupaba por el patrón de alimentación y hasta
el 53,8% aquejaba de la silueta. A las 24 semanas de la intervención, los brazos de tratamiento que incluían liraglutida disminuyeron de forma significativa los patrones anómalos de alimentación y la desinhibición en la ingesta, así como mejoraron la percepción de su silueta. Del mismo modo, el grupo multicomponente resultó en reducciones significativamente superiores de los atracones. Sin embargo, a las 52 semanas, los tres grupos de tratamiento fueron comparables en cuanto a psicopatología de la alimentación, es decir, alcanzaron una meseta entre las semanas 24 a 52. Del mismo modo, los “cravings” también fueron comparables en los tres grupos de intervención.

Comentario

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) están relacionados con la obesidad de forma bidireccional, constituyendo una comorbilidad importante que condiciona los resultados de las intervenciones, que ha suscitado un interés reciente. Los TCA más frecuentemente asociados a la obesidad son el trastorno por atracón y otros patrones anómalos de la alimentación, como el picoteo continuo, la hiperfagia ansiosa y los cravings. La aparición de los análogos de GLP-1 como tratamiento adyuvante para la obesidad ha supuesto un avance importante en la consecución de la pérdida de peso, pero su efecto sobre los TCA es aún poco conocida. Cabría suponer que, acorde a su mecanismo de acción, estos fármacos mejorarían la psicopatología de la alimentación. En este estudio, tanto el tamaño de la población estudiada como su diseño prospectivo, aporta potencia estadística. Como limitaciones, cabría destacar la ausencia de grupo placebo, la falta de enmascaramiento y la elevada prevalencia de mujeres en la muestra. Sin embargo, si bien es cierto que la terapia con liraglutida, sola o con interveción psicológica comporta unos mejores resultados en cuanto a pérdida ponderal y mejoría de la esfera psicológica (patrones anómalos de alimentación, percepción de la figura, etc) a corto plazo, pero a las 52 semanas de tratamiento no se evidenciaron diferencias significativas en cuanto a mejoría de la psicopatología de la alimentación a favor del brazo de tratamiento con liraglutida en comparación con el grupo que únicamente recibía terapia conductual. Todo ello apunta a la necesidad imperativa de un seguimiento psicológico en los pacientes con obesidad, independientemente del tipo de intervención, a fin de mejorar la esfera psicológica de estos pacientes y mantener los resultados positivos a largo plazo.

Artículo comentado por: Joana Nicolau, Hospital Universitari Son Llàtzer (Palma) Grupo GOSEEN

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Actualización: 13/10/2021
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